jueves, 5 de mayo de 2011

La resaca del Día del Libro


Las eclosiones atraen la atención, focalizan el interés durante un tiempo concreto y después dan paso a otra cosa. Y ese tiempo, minutos u horas como máximo en el caso que ocupa, concentra tal actividad que parece que no va a volver a repetirse pero es una falsa apreciación, afortunadamente. Es lo que ocurre en el Día del Libro.
Este año cayó raro, en plena Semana Santa. Pero Barcelona respetó la tradición y la apuesta salió bien aun con todas las reservas porque caía en día cuasi festivo con tintes religiosos y además la climatología no auguraba complicidad. Pero todo se quedó en una simple amenaza y el día transcurrió entre rosas y libros, además de numerosos autores firmando y charlando con sus lectores.
Y si la ciudad condal competía con días de vacaciones, Madrid no se quedó atrás y le echó un pulso a un partido de fútbol de los de prime time que vació las calles aunque no los lugares de encuentro entre escritores y público, pero no se vivió el ambiente de anteriores ediciones. 

Además de la conferencia de Antonio Skármeta en la Real Casa de Correos (sede de la Presidencia de la Comunidad de Madrid) que también se vio salpicada de alguna referencia al balompié destacó especialmente el arranque de esta sexta edición: un acto infantil celebrado en la plaza de Chamberí. Un personaje para ese rango de edad que se conoce como primeros lectores (formado por niños y niñas de cinco años, aproximadamente, en adelante) y todos ellos ajenos al hecho de que eran los protagonistas de un acto institucional. Ellos solo se divertían con las ocurrencias de Pupi, el personaje creado por María Menéndez-Ponte, primero para un programa de estudios de primaria y después ya protagonista de su propia saga. 

Así, Pupi contó con tres anfitrionas de excepción: la librera Pilar Pérez, de El Dragón lector, y la autora y “madre” del personaje: un extraterrestre grande y algo desgarbado pero tierno en su totalidad, un niño grande. Y junto a ellas, la concejala del distrito, que miraba entre divertida y algo fuera del lugar serio de un político a las dos mujeres, librera y escritora, que jaleaban sin ningún rubor a los niños para que se unieran a la fiesta. A los que tampoco parecía hacerles demasiada falta.
Siguió después el Día del Libro con una lectura de El Quijote especial, paralela a la tradicional del Círculo de Bellas Artes, pero en esta quienes daban voz a las andanzas del caballero manchego eran niños que, sentados muy serios y responsables en pequeñas banquetas instaladas en la librería El Dragón lector, se pasaban el libro unos a otros ante la mirada curiosa y divertida de Antonio Skármeta, mientras llegaba el vicepresidente de la Comunidad de Madrid, Ignacio González, que se hizo esperar algo.
Y a partir de ahí el pistoletazo de salida para el resto de actos que se prolongaron hasta pasada la medianoche. Uno de esos 500 actos, minoritarios, fue el que organizó la librería Eléctrico ardor. Un local pequeño en una estrecha calle del centro de Madrid que se hizo grande con la dramatización de una serie de textos de autores rusos clásicos. Fuimos muy pocos los privilegiados que vivimos esa perfomance literaria montada con una serie de narraciones que no se pensaron para una ocasión tal y que unidas parecían formar una historia que alguien vivió hace tiempo, en la que repasaba los rigores del literato y la filosofía que le empujaba a ser lo que era en el ambiente de la época. Dramáticas lecturas bolcheviques se llamó a la actividad. Y el escenario no podía ser más sencillo: una mesa a la que se sentaban las dos voces, las de los actores Javier Ibarz y Mirian Penela, que revivieron a los clásicos de la literatura de la antigua Rusia, unificándolos sin perder su propia personalidad, tanto que al final el espectador no sabía si la historia que acababa de escuchar era una escrita expresamente para la ocasión. Uno de los lujos que ofrecieron las 140 librerías madrileñas que se sumaron al día y una manera muy sugestiva de acercarse a la literatura.
Y de nuevo llega, en breve, otra eclosión literaria. De momento, el próximo lunes se presenta el cartel de la 70 edición de la Feria del Libro de Madrid, diseñado este año por Alberto Corazón. Tres semanas de invasión pacífica de literatura para todos los gustos y todas las edades. Tres semanas para pulsar nuevamente la situación del gremio editorial en cuanto a evolución de ventas se refiere o el dilema, cada vez más importante, entre el libro electrónico, que sigue haciéndose un hueco en las listas de títulos más vendidos de las grandes librerías, y el tradicional de papel. Y todo ello con un anfitrión que a priori es el mejor pues según las estadísticas Madrid cuenta con más de un 70% de la población lectora. En pocos días tienen la oportunidad de demostrar que además son compradores de libros.

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