Por Merche Rodríguez
Hay algo que hace destacar a un libro
infantil y es que el autor, si lo desea, puede hablar de los grandes
temas por los que se interroga el ser humano de la forma que mejor le
plazca. Puede hacer que un gota de agua hable (Historia de Nuk), que
un animal se vuelva coqueto (La vaca condesa) o que un león sea jardinero porque al niño no le preocupará si es creíble, solo
aplicará una lógica que no está encorsetada por las rigidez de la
realidad y si los personajes se comportan de una manera intuitiva poco
le importará de qué especie sean. Por eso las fábulas siguen
teniendo la misma vigencia.
Lo que es obvio es que un león tiende,
casi siempre, a comerse a un pájaro, pero a ese detalle la mente
infantil no le da tanta importancia mientras que la adulta lo rechaza
de plano, olvidando que la naturaleza procura a veces extraños
compañeros de viaje. Y esta excusa le sirve a Elsa Punset para
adentrarse en la Literatura infantil: la amistad que se forja entre
un pájaro y un león que le confiesa su amor por una potrilla, y,
que además de ser el gran juez que vela por la estabilidad de su
ecosistema, es un león jardinero.
De esta forma, Punset introduce temas
como el valor de la amistad, independientemente de que sea o no entre
iguales; el mundo de las emociones y los sentimientos como la
soledad, el amor, el sentido de la responsabilidad... Cuando en la
rueda de prensa de presentación del libro le preguntaron a la autora
si solo era un libro infantil ella contestó que era una historia
para cualquier lector y afirmó que “el adulto es un niño con más
experiencia, pero sigue teniendo los mismos miedos”.
El león jardinero es, indudablemente,
una historia infantil pero en las primeras páginas un adulto se
puede recrear, ya no solo por las metáforas poéticas con las que
enriquece el texto sino por algunas afirmaciones que un lector de más
de edad rumiará en silencio porque ¿quien no pierde el Norte cuando
está descentrado o triste y es incapaz de sentir lo realmente
importante? Y es, también, en esta primera parte de la historia
cuando el lector más joven probablemente tendrá que concentrarse
más en el lenguaje con el que se expresa Punset pero,
inmediatamente, el libro se adentra en la historia y recupera el tono
para el público al que va dirigido y llama gato gigantesco a un león
de ojos azules, algo que provocará la misma sonrisa tanto en un
gesto infantil como en el surcado por el paso del tiempo.
Mención especial merecen las
ilustraciones de Kim Amate, llenas de colorido y volumen. Resaltando
las expresiones de los animales, hasta hacerlas casi humanas y
también divertidas, al retratar al pequeño pájaro protagonista de
detective, ataviado como los clásicos: con gabardina y sombrero de
ala corta.
“Nunca puedes saber qué día será especial. Siempre te sorprende. Te levantas cada mañana como si tal cosa y de repente tu vida cambia”
El león jardinero de Elsa Punset (Destino)
No hay comentarios:
Publicar un comentario