¿Quién no sabe a estas alturas que
Ana García Obregón ha publicado sus memorias? O lo que es igual,
las de una mujer hecha a sí misma, sustentada por portadas de
revistas y trabajos televisivos y alguna que otra incursión en el
mundo del cine, perseguida por fotógrafos y reporteros cámara al
hombro, modelo estival ibicenca, novia de hombres deseados, objeto de
deseo patrio y otrora “Antoñita, la fantástica”, hoy
representante oficial de las “Obregonadas”.
Pues sí, se las ha publicado la
editorial Planeta y las ha escrito ella misma. Con el título “Así
soy yo” y un fajín que asegura “El libro en el que cuento la
única verdad sobre mi vida”. Llama la atención, así de entrada,
que se ha quitado el primer apellido, debe ser que a fuerza de
identificarla por el segundo, el primero, el de su padre, parece
haber cedido caballerosamente su sitio o tal vez porque las mujeres
Obregón se hacen notar (La autora tuvo un cariñoso recuerdo para su
progenitor, enfermo, durante la presentación de su libro).
Tiene el arte, Ana Obregón, de ser
espectáculo, no es que se cree a su alrededor, es que ella lo es. Y sus apariciones son multitudinarias, por lo que ésta no
podía ser menos. Redactores veteranos y recién llegados, fotógrafos
y reporteros televisivos y entre todos ellos, un miembro de la
realeza reciclado en comunicador, Alessandro Lecquio, el que fuera su
pareja, padre de su hijo, y casi coautor del volumen, a tenor de
algunas de sus intervenciones.
Y resultó doblemente curioso porque el
que había abominado de la prensa del corazón (ésta que firma lo
constató hace años cuando se iniciaba en el periodismo como obrera
del cuore) se mezcló sin ningún pudor entre los plumillas del gremio
más veteranos y porque, además de interrumpir un directo con Tve,
contestó motu propio a alguna de las preguntas formuladas a la que
fuera su pareja. Tanto se hizo notar que incluso la propia Ana
Obregón confesó que estaban enfadados. Y a una le podrá gustar o
no el personaje, sin duda labrado a conciencia y reconocido por
derecho propio, pero Dado (como así le llamó la autora en alguna
ocasión) tuvo que dejarse en el hall del Hotel Intercontinental la
elegancia que le caracteriza, porque de otro modo, no se entiende...
Las memorias serán oportunas o no,
resultarán interesantes o no, pero desde luego, además de merecidas
(pocos personajes son capaces de mantenerse tantos años al pie del
cañón... de los flashes) son las suyas, alimentadas con sus propias
fotografías, las de la mujer bellísima que fue y sigue siendo, aun
a pesar de los tratamientos con los que nos dejamos tentar las
féminas. Y ya que todo el mundo ha escrito sobre ella y ha hablado
sobre ella, solo faltaba que ella misma las rubricara, a buen seguro
nadie se merece más ese privilegio. Y así lo escribe, rotunda:
“Porque en 'Así soy yo' está la única Ana, la de verdad”, Ana
Obregón dixit.
Merche Rodríguez
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