Hace 35 años que España salió de la finca que era la dictadura de Franco, treinta y dos que inició una profunda transformación con la aceptación popular, vía referéndum, de una Monarquía Parlamentaria, una democracia con todas sus virtudes y los defectos que se le adhieren. Los que participaron de forma activa en esa metamorfosis o, directamente, la propiciaron peinan ya canas y, atesoran, entre todos ellos, la información que explica por qué y cómo se ha llegado al país en el que vivimos hoy en día.
Esa memoria de un colectivo concreto (abogados, sindicalistas, políticos...) se individualiza en forma de memorias. Un género literario que en otros países goza de prestigio y se espera con naturalidad y aquí, en España, se recibe entre los sentimientos encontrados de los que perciben una vendetta y los que, o bien se identifican con el protagonista o bien quieren simplemente conocer.
José Federico de Carvajal con “El conspirador galante” (Planeta) se suma a una lista de los que tirando de sus propios recuerdos son capaces de construir el mapa de la historia reciente. Y en ese listado están ya Jordi Pujol, Nicolás Redondo, Santiago Carrillo, José María Aznar (que hace un balance de su mandato en la presidencia) o Alfonso Guerra que prologa este volumen en el que califica al que fuera compañero en el ejercicio del poder de “socialista de otro planeta”.
Un relato cronólógico, en el que hay pocos momentos personales, alguna travesura infantil que ahora se lee con una sonrisa y que a sus cuidadoras tal vez les pareciera una sucesión de faenas, sus dos matrimonios, alguna referencia a sus hijos y poco más, que se pega al terreno político. Muchas fechas, desde su ingreso en el PSOE en 1953 a los procesos de Burgos, pasando por la matanza de los abogados de Atocha, la lucha junto a otros compañeros abogados para acabar con la Ley de Orden Público, las revueltas universitarias, su paso por el Senado como presidente de la institución.
Referencias personales a Esperanza Aguirre, también presidenta del Senado y a la que califica de buena amiga, a Alfonso Guerra, al que esperaría de nuevo en la política activa, Adolfo Suárez, al que admira y al propio Felipe González, del que dice que es un animal político superlativo, entre muchísimos otros. Es un puzzle “El conspirador galante” creado con las piezas vivas de unos años de oposición que culminaron en una lucha por el mantenimiento y asentamiento de las libertades conseguidas, en el que como todo buen libro de memorias políticas no están todos los que son pero sí son todos los que están.
De los llamados a ser fondo de armario, en este caso, de estantería. Unas memorias, presentadas, como no podia ser menos, en el Salón de Pasos Perdidos del Senado, en una sala atiborrada de asistentes que con su presencia propiciaron el homenaje que a los 80 años uno ya se ha ganado por el trabajo hecho y, sobre todo, cuando esa labor es pública.
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