“No debemos demonizar a la industria alimentaria sino apoyar a quien lo hace bien”. Es una de las conlusiones a las que llega el célebre cocinero Ferran Adrià después de haber escrito el libro La cocina de la salud (Planeta) junto con el cardiólogo Valentín Fuster y el periodista Josep Corbella. Asimismo anima al consumo de productos de calidad fabricados industrialmente, “de la misma manera que bebemos vino que no hacemos de manera artesanal”.
Optimistas, concienciados y pragmáticos. Así se definen los autores de este volumen, si bien dejan un amplio espacio para su creatividad. “La cocina es el arte más transversal que existe”, opina Ferran Adrià, y cuenta cómo cualquier otro arte, desde la literatura hasta la arquitectura, puede evocar al culinario. “Yo siempre digo que la cocina es el nuevo Rock&Roll. La gente solo quiere ser feliz; la cocina hace feliz a la gente”.
"Un estilo de vida saludable no está reñido con disfrutar comiendo” argumenta el cocinero “antes no comíamos mejor, decir eso es absurdo. Sin embargo, sorprende que con los medios que tenemos ahora no comamos mejor” afirma, y apunta como causas de esta situación una falta de educación alimentaria y el propio desinterés de la gente en la cocina. “¿Quién se levanta dos minutos antes a hacerle un zumo de naranja a sus hijos?”, se pregunta.
Con el objetivo de fusionar el disfrute en la comida con la alimentación saludable, Ferran Adrià y Valentín Fuster combinan sus experiencias en este libro, acompañados por el periodista Josep Corbella. El objetivo era huir de hacer un libro “populista, oportunista, pues con la salud se manipula mucho”, sino enfocarlo desde un punto de vista pragmático. “No se le puede pedir a la sociedad actual que se pase la vida cocinando”, afirma convencido el cocinero.
La cocina de la salud, puesto que “era difícil hacer un libro así sin que fuera un tostón”, añade Adrià, ha resultado acercarse bastante a una novela, mostrando personajes definidos e identificables que constituyen las tres generaciones de una familia, con sus consiguientes diferencias y necesidades alimentarias.
El libro ofrece, pues, pautas para mejorar la calidad de nuestra alimentación, incidiendo en la importancia de una “nutrición atractiva, la actividad física, el control de nuestro estado emocional y el conocimiento de nuestro cuerpo”, explica Valentín Fuster. El problema radica, según expone, en “confundir lo que nos gusta con lo sano” y en la falta de base científica en la educación alimentaria. “Las dietas milagro no funcionan”, asevera al respecto Fuster, “el peso se recupera tan rápido como se pierde”.
Concienciados en la importancia del compromiso didáctico, Fuster y Adrià colaboran en los centros de investigación SHE (Foundation for Science, Health and Education) y >Fundación Alicia (Alimentación y Ciencia). Se muestran “muy positivos”, conscientes de que los profesores de los colegios cada vez prestan más atención al cuidado de la alimentación.
Texto y fotos Jara Santamaría
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