Omnipotente.
El atlas de las nubes hace brillar, gracias al cruce de sus seis tramas, todo lo que la historia del cine ha deparado: drama,
comedia, suspense, acción, romanticismo, ciencia ficción, denuncia
y aventuras ejecutadas de la manera más sencilla por los tres
directores, salvando su complejidad al agrupar temas. De ahí que la
lectura del libro de David Mitchell, del mismo título y editado por
Duomo, se antoja imprescindible antes o después de presenciarla.
Tom
Tykwer y los hermanos Andy y Lana Wachowski han tomado las riendas de
esta inmensa y salvaje producción con un resultado ambiguo según el
tipo de espectador porque acercarse al cine a ver esta obra, sin
ningún conocimiento previo de la misma, es semejante a la sensación
de subirse a una montaña rusa pensando que uno se sienta en una
mecedora, porque no es lo que se espera de algo así.
El
autor dividió el libro en seis tramas; situadas tres en el pasado
(1849, 1936 y 1973), una en el presente y dos en futuros
alternativos, uno científico y otro postapocalíptico, con una
estructura basada en un 1 2 3 4 5 6 5 4 3 2 1. ¿Qué han hecho los
guionistas y montadores para ayudar al espectador? Agrupar por temas,
dentro de lo posible, los seis argumentos y uno lo nota en los
primeros 70 minutos, teniendo en cuenta que la película dura algo
menos de tres horas. De esta forma el amor, la denuncia social, el
humor, la acción y el resto de temáticas tienen su momento en el
largometraje, fundiéndose unas historias con otras.
Puesto
que así era exigido originalmente por el libro, los personajes se
repiten con los mismos actores en varias historias. La
caracterización de mujer blanca de Halle Barry o la de pelirroja de
la asiática Bae Doona dejan sin aliento, así como Susan Sarandon
luciendo huesecillos de hechicera. No lo es menos el trabajo
efectuado con Tom Hanks o Hugh Grant, incluso resulta casi una
parodia ver al más malo de todos los malos, Hugo Weaving, haciendo
su papel en todas ellas.
La
reencarnación, la muerte como puerta a otras vidas, las vidas
enlazadas por un antojo en forma de cometa son el hilo conductor de
esta historia donde los personajes se buscan, se aman, se odian, se
cuidan y se hacen daño casi por instinto. “Nuestra vida no nos
pertenece” Todo está conectado.
Un
gran homenaje al libro de Mitchell, una película con todo aquello
que hace mágico el cine. Casi tres horas de adrenalina, solo teñidas
por algunos bostezos, porque aunque le cuesta coger ritmo y levantar
el vuelo, después es como les decía: una montaña rusa.
Para El Boletín de la semana