Por Merche Rodríguez
Hay algo que hace destacar a un libro
infantil y es que el autor, si lo desea, puede hablar de los grandes
temas por los que se interroga el ser humano de la forma que mejor le
plazca. Puede hacer que un gota de agua hable (Historia de Nuk), que
un animal se vuelva coqueto (La vaca condesa) o que un león sea jardinero porque al niño no le preocupará si es creíble, solo
aplicará una lógica que no está encorsetada por las rigidez de la
realidad y si los personajes se comportan de una manera intuitiva poco
le importará de qué especie sean. Por eso las fábulas siguen
teniendo la misma vigencia.