Por Merche Rodríguez
Antes, las librerías eran juncos que
aguantaban todo tipo de envites en un país, en el que por mucho que
se empeñen las estadísticas no se lee aunque el ratio de lectores
haya subido, pero todavía no llegan a 20 millones los lectores que
ejercen de ello semanalmente. Bien es cierto que hay títulos que
desbordan esas cifras, un ejemplo reciente es Cincuenta sombras de
Grey que ha superado el millón y medio de lectores, o La catedral
del mar de Ildefonso Falcones que llegó al millón seiscientos mil,
por no hablar de los millones de Carlos Ruiz Zafón, los de Pérez
Reverte a lo largo de toda su vida como novelista... Pero eso son
solo las puntas de sierra de un gráfico económico que no responde a
la dura realidad, la que ofrecen las cifras de ventas que reportan
las librerías, último eslabón de la cadena editorial antes de que
el título llegue a manos del lector.