martes, 26 de marzo de 2013

Entrevista. Once meses en Madrid

Por Luis Conde



El Premio Primavera de este año, que conceden Espasa y Ámbito Cultural, lo ha conseguido con “El año en que me enamoré de todas”, Use Lahoz, un barcelonés de treinta y siete años, que vive en París.

El autor tiene casi diez años más que su protagonista, el de la novela, que se llama Sylvain Saury y es un parisino periodista, que decide viajar a Madrid como corresponsal de un diario gratuito de su ciudad.

Lo hace en febrero de 2005 y se ubica en el barrio de Argüelles, en principio compartiendo un apartamento con otros dos jóvenes en trance de maduración. Su decisión está motivada, también, porque en Madrid está viviendo su antigua novia, Heike Krüger, una arquitecta que conoció en un curso Erasmus en la ciudad italiana de Florencia.





La novela narra las vivencias de once meses en la capital de España, de un joven desorientado que va madurando con las relaciones ocasionales que le surgen en su trabajo y convivencia con los madrileños, pero sobre todo porque descubre incidentalmente un original de libro, que asimismo expone las vivencias de otro joven como él, pero que es madrileño y trabaja en un horno pastelero.

-Señor Lahoz, a mí se me antoja que su novela son dos, una parisina con otra madrileña, que se aloja y casi devora a la otra. ¿Dudó entre una y otra?
-Realmente cuando empecé a escribirla no tenía pensado que me surgiera otra incluida en su entraña. Cuando escribía la novela de Sylvain, que de alguna manera es la crónica de esos once que vive en Madrid, una crónica de la realidad de esa experiencia, el personaje se encuentra con otra historia casi paralela a la suya, pero que le parece de ficción y que en realidad le ayuda a madurar, a comprender a los otros. Así realidad y ficción se entremezclan con las tramas de las dos novelas. Incluso hasta topográficamente estas impresas en dos tipos de letra que cualquiera pueda diferenciar. Pero yo me quedo con la historia del periodista, en vez del pastelero, me identifico más con él. Entre las rutinas cotidianas de Metodio, que tiene que madrugar a diario y someterse a los horarios de un horno pastelería, yo me identifico más con la aventura y la vida como la entiende Sylvain.

-Su protagonista vive en barrios bien castizos de Paris y Madrid, donde la vida cotidiana se permeabiliza de las influencias turísticas y los tópicos más costumbristas…¿Es algo premeditado?
-Bueno yo viví en Madrid algún tiempo, precisamente en ese barrio que conozco muy bien y por tanto podía explayarme en las andanzas del personaje. Yo pretendo que la gente lea mi libro de modo fácil, que enseguida se sumerja en los ambientes y disfrute con ello.

-La madre de su protagonista nació en Cuenca y poco antes de la muerte de Franco decidió emigrar a Bélgica, aunque nunca llegó a Bruselas porque se enamoró de un hombre mayor en París. ¿Ha tenido la tentación de incluir españoles del exilio republicano en París, a fin de cuentas otro tópico más?
-No, la madre de Sylvain enseguida se adapta a la vida parisina y busca la ayuda de las gentes de su entorno natural, en su trabajo o en el barrio.



-Es una mujer muy enamoradiza, que no se plantea nada para después, todo lo vive muy intensamente, como luego hace su hijo…Aunque, por suerte, tiene al amigo Michel Tatin, el mecánico arregla corazones. ¡Vaya tipo genial!
-Si ese personaje entrañable y generoso, es el que todos quisiéramos tener cuando estamos en crisis y necesitamos reconstruirnos emocionalmente. Es como un talismán que siempre responde.

-¿Conoció acaso a alguien así?
-No, se me ocurrió como un secundario que atiende a los que sufren desamor, del mismo modo que arregla vehículos. Pero se fue creciendo y asumiendo protagonismo con actitud abierta y generosa. Ayudó a la madre de Sylvain y ahora le ayuda también a él, es un referente inapreciable. De algún modo suple la figura del padre, que nunca conoció.

-Las figuras de las dos madres, tanto la parisina como la madrileña pastelera, son fuertes, llevan la pauta y sacan adelante a sus hijos. No hay presencia paterna en casi ninguna de las dos familias…
-Tanto Sylvain como Metodio, se relacionan fundamentalmente con sus madres, se entienden muy bien con ellas. La que viajó a Francia tuvo que luchar más.
Martina, la pastelera, es más la típica mujer española que no para de trabajar.

-¿Qué ha pretendido contar con estas dos familias?
-En mis dos novelas anteriores, que eran muy duras y rastreaban la memoria histórica de mi familia, ahora quería hacer algo generacional, de mi generación, lo que hemos vivido nosotros, lo que hemos perdido. Como dice Machado, “se canta lo que se pierde”, pues así he querido yo cantar lo que yo he perdido, lo que mi generación hemos perdido.

-En la historia cuentan mucho las vivencias de los becarios Erasmus, hay que suponer que usted lo fuiste y por tanto narras cosas vividas y experimentadas…
-Sí, claro, yo disfruté de dos becas Erasmus, una en Oporto y otra en Alemania, más una tercera de otro organismo en Padua, Italia. Son vivencias inolvidables, y aunque se pase mal en ocasiones, ayudan a madurar. Se recogen materiales que algún día saldrán a la superficie. Cuando se termina la beca vuelves a la realidad después de vivir una idea romántica. Lo que encuentras a tu regreso, ha cambiado y tú también. Es un poco lo que le pasa a Sylvain, ya se acaba lo romántico y ahora toca enfrentarse a la vida cotidiana. Es difícil, pero hay que intentarlo en vez de huir o seguir disimulando.

-¿Su novela es Madrid, once meses en la ciudad?
-De alguna manera sí, para que otros vivan esa capital que yo también viví y que ahora está en trance de cambio y crisis.

-Sus personajes son muy cultos, Laura, la enamorada madrileña que atrapa al parisino, hasta lee Middlesex, de Jeffrey Eugenides, premio Pulitzer 2003, Terapia de David Lodge y a la poeta polaca Wislawa Szymborska…¡Qué nivel!, ¿no?
-Hombre eso me sirve para definir ese personaje, que tiene cultura literaria, que tiene sensibilidad, que te enamoras también de sus aficiones, las cosas que a ella le gustan y te influyen… Y, sí, aprovecho para incluir lo que me gusta y creo se puede recomendar… También como materiales novelescos, claro.

(Fotografía: Rubén Vega, por cortesía de Editorial Espasa)

1 comentario:

  1. Uy! en cuanto lo vea por ahí me lo compró. Me ha interesado el libro y la entrevista. Gracias.

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