viernes, 9 de noviembre de 2012

Genio y figura...

Por Merche Rodríguez


Ni un diario, ni un retrato de la sociedad madrileña de finales de los años 70 y principios de los 80, ni un ajuste de cuentas y sin embargo “Creímos que también era mentira”, novela póstuma de Elena Figueras, es todo eso pero no lo es. Realmente es la historia de Ana Cervera, el alter ego de la autora, de cómo se conoció a sí misma, de cómo dejó de reconocerse y de su propia reconciliación. Todo ello enmarcado en unos años en los que la libertad se transformó en bandera de causas nobles pero también dañinas, huyendo del letargo y la gazmoñería de años previos.

Y la primera frase del libro, publicado por la editorial Caballo de Troya, es un compendio de intenciones: Franco ha muerto. Desaparecido aquel hombre pequeño de aguda voz al que no le temblaba el pulso a la hora de firmar sentencias de muerte, España se desperezó y con el país lo hicieron los jóvenes de la época, entre ellos Ana Cervera. Una chica rubia, de familia tirando a bien que vive en un permanente quiero y a veces no puedo. Una adolescente cercada por los cánones dictatoriales de la estética, de imaginación desbordante y ramalazos autodestructivos. Compleja y magnética.


Para cualquier madrileño de más de cuarenta años la novela de Figueras es un recorrido por su juventud. Los ambientes cool en los que la droga corría tímida al principio y libremente, después. Es una visita a algunos de los puntos emblemáticos del Madrid de la famosa movida, pero también de la sociedad selecta, habitante de la zona alta del Paseo de la Castellana. Una historia de niñas pijas, hijas de señores pudientes, y de otras niñas, hijas del pijerío de medio pelo. Y al que no sea madrileño, o tal vez no haya superado los cuarenta, el libro le descubrirá una época, ya mítica, con un tinte personal e intransferible, el de la propia autora. Ella lo cuenta como lo vivió, porque estuvo allí.

Una primera y última novela a la que se le pueden achacar fallos de estilo, me dicen. ¡Hay tantas así!... Pero un buen lector, acostumbrado desde hace años a tener que desdeñar libros supuestamente excelsos, no verá, no debería ver, si falta alguna coma o la concordancia es la correcta. No merece la pena que descienda a esas cotas de purismo. 

“Creímos que también era mentira” es mucho más que eso. Es una historia tremendamente íntima, escrita por la autora en sus últimos meses de vida. Descarnada, valiente y sincera. Te lleva de la mano, manteniendo el ritmo narrativo hasta que no puede más y se desborda. Todo eso en una primera novela.

Elena Figueras, los que la conocimos, quisimos y respetamos lo sabemos, era, ante todo, generosa. Y una última vez lo vuelve a ser, en esta ocasión con el lector, al desnudarse como pocos autores se atreverían a hacerlo. Y su vida se puede permitir el lujo de convertirse en novela porque se mezcló con la de íconos de aquellos años: arquitectos, cantantes, actores, directores de cine... hacedores de la Cultura que hemos heredado y de la que Elena Figueras también participó, es más, fue coautora.

En “Creímos que también era mentira” se descubre por qué la vida nos conduce por un camino cuando se suponía que el que teníamos que seguir era otro, el mismo que nos conduce a un punto en el que sí o sí tenemos que reconocernos ante nosotros mismos. Una tesitura a la que no cualquiera sabe enfrentarse, porque hay que ser muy honrado y coherente consigo mismo para afrontarla.

Y después está Elena, la que fue directora de comunicación de Casa de Modas Sibyla, jefa de prensa en Random House Mondadori y Punto de Lectura. La que publicó “Banquete mileurista” en Ese Ediciones y “Bueno, bonito y barato” en Debolsillo, además de la lenguaraz y divertida presentadora del espacio gastronómico “Cocina para torpes” en la electrónica Nueva Televisión. 

Elena Figueras no era apta para todos los públicos. Ni falta que le hacía, le añado yo...

Foto de Elena Figueras ©Amaya Aznar

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