viernes, 9 de noviembre de 2012

Sí, pero no: objetivo cumplido

Por Merche Rodríguez

Nuria Roca y Juan del Val, Juan del Val y Nuria Roca tanto monta de cara a su segundo trabajo editorial, Lo inevitable del amor”, publicado como en anteriores ocasiones por la editorial Espasa. Un matrimonio, dos personas y un mismo autor, así, en genérico. Y casi parecería el título de una obra teatral pero es lo que define la autoría de esta novela que narra la historia de una arquitecta que parece llevar un vida idílica, asentada en un matrimonio bien avenido, de puertas afuera, y de economía más que saneada. Pero nada es lo que parece.

Narrada desde una perspectiva femenina, en una primera persona que recuerda a Cincuenta sombras de Grey (Plaza y Janés), pero no tan asfixiante como para que no te dé tiempo a asimilar lo que cuenta la pobre Ana cuando ya te está transmitiendo la siguiente sensación. María, que es así como se llama la protagonista del matrimonio autor, es más reposada y aunque su cabeza también parece ir a mil, es mucho más serena que la joven rendida ante los encantos del empresario sádico y topicazo.



Y como casi todo en los tiempos que corren, nada es lo que parece. Ni María tiene un marido ejemplar, tampoco lo es ella (aunque cabría preguntarse qué es ejemplar hoy en día), ni los clientes de su estudio de arquitectura son lo que dicen que son, ni el negocio va tan bien. Un vodevil al que solo le faltan los números musicales.

Pero su lectura sí es amable, algo muy de agradecer. Divertida a ratos, entrañable de ternura casi infantil otros, pero amable. Y no es algo que desmerezca el trabajo de Roca y del Val, ni mucho menos. Una novela no es solo la cantidad de hojas que haya entre una portada y una contraportada, en ellas tiene que haber una historia con un desencadenante, una evolución y un desenlace, y en ese camino formado por tres conceptos se encuentra la clave para que un lector cierre un libro o siga pasando hoja tras hoja hasta llegar al final.

Y salvo las reflexiones de los grandes popes de la intelectualidad, el público hoy se inclina mayoritariamente por lecturas que no le provoquen más angustia de la que ya vive a diario. En ese sentido, Lo inevitable del amor cumple con creces su cometido. Y se nota la mano de Juan del Val en el orden de la historia en sí misma, no hay un cabo suelto, el lector obtiene respuesta a todas las cuestiones que le suscita la novela. No en vano, él es guionista de televisión, además de redactor, productor y director de programas.

Pero sí hay algo que reprocharle al libro y no es otra cosa más que la tímida incursión en el tema sexual, revivido literariamente en los últimos meses, porque es un género que siempre ha existido. Y una se pregunta: si Nuria Roca tuvo la desfachatez de hablar sobre ello con desparpajo y simpatía en Sexualmente, planteando situaciones tan divertidas para unas mentes, como escandalosas para otras, ¿por qué en Lo inevitable... se cortan? Al menos, es la sensación que deja; como el que sabe que tiene que incluir una ración de sexo. Lo hace, y a otra cosa, mariposa. Misterios editoriales.

Aun así, el libro debería hacerse un hueco por derecho propio. Si la literatura tiene como uno de sus  objetivos la evasión, Lo inevitable... lo consigue de sobra. Lectura amable para tiempos ásperos y luego ya se impondrá la realidad, pero mientras tanto... evadámonos y si es con una sonrisa, mucho mejor.

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